Lissa: solitaria, sumida de forma permanente en sus propios pensamientos, escucha todo el tiempo música. Pone pestañas postizas a domicilio. Kin: amante de la piel y de la soledad en el bosque, escucha rock gótico. Es cirujano plástico y mantiene relaciones ocasionales con sus pacientes. Lissa y Kin lo comparten todo, hasta un nivel insospechado. Ella está obsesionada con él; Kin le teme y le rehuye, aunque al mismo tiempo la necesita. Desde pequeños construyeron una intensa complicidad, que los llevó a formarse un mundo aparte de los demás y a forjarse una realidad propia. Con el paso de los años, esa realidad compartida se vuelve cada vez más inquietante y peligrosa, en especial cuando empiezan a desaparecer, sin dejar rastro, algunas de las mujeres con las que se relacionan.
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